Die Schönste Krankheit des Weltalles

Mr. Murphy Says It Better

Acknowledgements

viernes, 30 de abril de 2010

Child

Hay cosas de mi niñez que extraño. Recuerdo que, a parte de obtener buenas notas en la escuela, mi cumpleaños, los fines de semana y el Día de Reyes, nada me preocupaba. Cualquier cosa que quisiera o que necesitara estaba a mi alcance, aunque normalmente eran cosas simples, como juguetes, comida, entretenimiento, etc. Nunca he sido rico, pero tampoco me faltaron las cosas esenciales.

Recuerdo,también que, desde el inicio, fui un niño solitario. Llegué a ser discriminado y rechazado, cosa que al principio me dolía. Con el tiempo me acostumbré y finalmente llegué a la conclusión de que no necesitaba a nadie con quien pasar el tiempo. No obstante veía muy poco a mis padres. Sus empleos eran muy absorbentes y por lo regular yo me quedaba dormido mientras esperaba su llegada. Solía tener miedo de que algo les sucediera y nunca regresaran, pero el sueño (quién mostró ser mi único y mejor amigo desde el principio) siempre me salvaba de dicha maraña de pensamientos. Al despertar me daba gusto verlos, aunque fuera por poco tiempo, pues tenía que correr a la escuela y no volvía a verlos sino hasta la mañana del día siguiente. Pasaron los años y ya no me hicieron tanta falta. Incluso llegué a dejar de preocuparme si regresaban o no, o si volvía a verlos. Me acostumbré tanto a no verlos que, cuando decidieron pasar más tiempo conmigo, ya no los necesitaba como antes. Quizá el miedo ya se había ido.

Recuerdo que jamás pensaba sobre qué profesión escogería al crecer. Mis ex-compañeros de clase pensaban en ser doctores, ingenieros, etc. Incluso uno de ellos llegó tan lejos como para afirmar que sería físico matemático, aunque probablemente ni él sabía en qué consistía dicha carrera. Nunca me gustaron las matemáticas, y jamás mostré interés en aprenderlas. Si aprobé los cursos fue sólo por requisito. Desde el inicio mostré interés mayor en materias de corte humano y social: historia, geografía, especialmente idiomas. La lengua extranjera fue, de todas las materias en las que sobresalí, la única que decidió quedarse conmigo para siempre. Por fortuna tuve clases de inglés durante mi estadía en la primaria, cosa que consideré como la única que valía la pena, pues el resto no era más que vil relleno con tintes patrioteros. Cada semana en la que nos obligaban a asistir a las ceremonias patrias y a cantar el himno nacional eran una tortura para mí. Ninguno de mis padres me enseñó a respetar ninguno de estos símbolos. Jamás desarrollé un concepto de identidad nacional--si no lo tuve antes, mucho menos ahora. Ni siquiera se mencionaba porque realmente no importaba. Cada vez que nos obligaban a recitar (de memoria) el juramento a la bandera mientras la saludábamos, tenía la impresión de gritar "Heil Hitler!" o "¡Arriba Franco! ¡Viva Cristo Rey!" Me hubiera encantado ir a un colegio que no impusiera dichas creencias con tanta falsa vehemencia, como el Liceo Francés o el Colegio Alemán. En fin, en este país los niños son educados para ser patriotas bastante mediocres. Por fortuna, esta pseudo-ceremonia de patriotería ultrakitsch sucedía sólo era una vez a la semana y podía disfrutar del periodo más largo entre un lunes por la mañana y el otro. Aún no olvido aquél buen día en el que uno de mis compañeros cantó en voz alta "Mexicano ratero sin vergüenza..."

No estoy seguro de recordar si mi niñez terminó el día en que comencé a mostrar los síntomas emocionales de la adolescencia, pues siento que veo mi infancia desde un telescopio bastante poderoso, a años luz de distancia. Hay algunas imágenes y momentos que se quedaron en mi mente. En mi niñez jamás imaginé que mi habilidad para los idiomas se convertiría, algún día, en el camino académico que elegí hace casi seis años, y que sería mi modus vivendi. En mi niñez mis preocupaciones eran más simples, y me gustaría que mis preocupaciones actuales se redujeran a cosas simples como en aquellos años. En esos días la soledad coexistía en mi vida sin problema alguno, sólo necesitaba rodearme de juguetes. Al terminar mi niñez, el fantasma materialista se fue con ella y todo se volvió más difícil, porque la soledad cambió de forma y se quedó. Ojalá pudiera coexistir con ella de la misma forma que antes, cuando nada me importaba.

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Still Life



Lyrics: Joakim Montelius