Hay cosas de mi niñez que extraño. Recuerdo que, a parte de obtener buenas notas en la escuela, mi cumpleaños, los fines de semana y el Día de Reyes, nada me preocupaba. Cualquier cosa que quisiera o que necesitara estaba a mi alcance, aunque normalmente eran cosas simples, como juguetes, comida, entretenimiento, etc. Nunca he sido rico, pero tampoco me faltaron las cosas esenciales.
Recuerdo,también que, desde el inicio, fui un niño solitario. Llegué a ser discriminado y rechazado, cosa que al principio me dolía. Con el tiempo me acostumbré y finalmente llegué a la conclusión de que no necesitaba a nadie con quien pasar el tiempo. No obstante veía muy poco a mis padres. Sus empleos eran muy absorbentes y por lo regular yo me quedaba dormido mientras esperaba su llegada. Solía tener miedo de que algo les sucediera y nunca regresaran, pero el sueño (quién mostró ser mi único y mejor amigo desde el principio) siempre me salvaba de dicha maraña de pensamientos. Al despertar me daba gusto verlos, aunque fuera por poco tiempo, pues tenía que correr a la escuela y no volvía a verlos sino hasta la mañana del día siguiente. Pasaron los años y ya no me hicieron tanta falta. Incluso llegué a dejar de preocuparme si regresaban o no, o si volvía a verlos. Me acostumbré tanto a no verlos que, cuando decidieron pasar más tiempo conmigo, ya no los necesitaba como antes. Quizá el miedo ya se había ido.
Recuerdo que jamás pensaba sobre qué profesión escogería al crecer. Mis ex-compañeros de clase pensaban en ser doctores, ingenieros, etc. Incluso uno de ellos llegó tan lejos como para afirmar que sería físico matemático, aunque probablemente ni él sabía en qué consistía dicha carrera. Nunca me gustaron las matemáticas, y jamás mostré interés en aprenderlas. Si aprobé los cursos fue sólo por requisito. Desde el inicio mostré interés mayor en materias de corte humano y social: historia, geografía, especialmente idiomas. La lengua extranjera fue, de todas las materias en las que sobresalí, la única que decidió quedarse conmigo para siempre. Por fortuna tuve clases de inglés durante mi estadía en la primaria, cosa que consideré como la única que valía la pena, pues el resto no era más que vil relleno con tintes patrioteros. Cada semana en la que nos obligaban a asistir a las ceremonias patrias y a cantar el himno nacional eran una tortura para mí. Ninguno de mis padres me enseñó a respetar ninguno de estos símbolos. Jamás desarrollé un concepto de identidad nacional--si no lo tuve antes, mucho menos ahora. Ni siquiera se mencionaba porque realmente no importaba. Cada vez que nos obligaban a recitar (de memoria) el juramento a la bandera mientras la saludábamos, tenía la impresión de gritar "Heil Hitler!" o "¡Arriba Franco! ¡Viva Cristo Rey!" Me hubiera encantado ir a un colegio que no impusiera dichas creencias con tanta falsa vehemencia, como el Liceo Francés o el Colegio Alemán. En fin, en este país los niños son educados para ser patriotas bastante mediocres. Por fortuna, esta pseudo-ceremonia de patriotería ultrakitsch sucedía sólo era una vez a la semana y podía disfrutar del periodo más largo entre un lunes por la mañana y el otro. Aún no olvido aquél buen día en el que uno de mis compañeros cantó en voz alta "Mexicano ratero sin vergüenza..."
No estoy seguro de recordar si mi niñez terminó el día en que comencé a mostrar los síntomas emocionales de la adolescencia, pues siento que veo mi infancia desde un telescopio bastante poderoso, a años luz de distancia. Hay algunas imágenes y momentos que se quedaron en mi mente. En mi niñez jamás imaginé que mi habilidad para los idiomas se convertiría, algún día, en el camino académico que elegí hace casi seis años, y que sería mi modus vivendi. En mi niñez mis preocupaciones eran más simples, y me gustaría que mis preocupaciones actuales se redujeran a cosas simples como en aquellos años. En esos días la soledad coexistía en mi vida sin problema alguno, sólo necesitaba rodearme de juguetes. Al terminar mi niñez, el fantasma materialista se fue con ella y todo se volvió más difícil, porque la soledad cambió de forma y se quedó. Ojalá pudiera coexistir con ella de la misma forma que antes, cuando nada me importaba.
Die Schönste Krankheit des Weltalles
Mr. Murphy Says It Better
Acknowledgements
viernes, 30 de abril de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
National Holiday
The legend has it that Saint George was a highly-ranked soldier of Roman origin who was born in the Middle East. I'm not sure of the year but he lived and was active during the early stages of Christendom, and almost every person who thought of going out of the closet and preaching Jesus' doctrine underwent martyrdom. I suppose that people, as it happens nowadays, coped with existential conflicts and emotional voids they thought the promise of a blissful afterlife would solve.
The legend also has it that Saint George was a holy knight who fought the embodied evil. There are fantasy-tinted stories that tell a confrontation that led the Pope to pull him out from the calendar. Nobody believes in dragons anymore, and the Pope is the least likely person on earth who would ever believe in the supernatural. However, Saint George's legend still exists and its celebration takes place in many European cities and countries. Red roses are given to the ladies, books are suddenly bought and delivered as presents--though I find no association with this holiday and the International Day of the Book. The festivity is somehow celebrated despite the Vatican's orders.
Who cares about the ways Rome takes, when it comes to a national holiday? Saint George represents the pride of several nations. He stands for the ideal of victory every Western people seeks, an ideal based on martial philosophy, defeat or being defeated, subdue or being subdued. Saint George was the champion of a maid and fought a dragon (or a wyvern, in another visual pieces) who would have slaughtered her. Countries under his patronship take pride on such nobility and use it as a national virtue. One of the most famous RAF aircrafts during World War II was baptized after the knight's sword, Ascalon. The military fashion of this myth fits perfectly in Western culture and no kind of commandment could efface it.
The allegorical traits in Saint George conceals many interpretations. The most interesting phenomenon is why many foreign nations took him in, despite temporal and geographical obstacles. Those nations, however, produced folkloric tales that spoke of earlier heroes who were dragon slayers too, thence Saint George appealed to them greatly. There are no more knights, but people still remember them.
The legend also has it that Saint George was a holy knight who fought the embodied evil. There are fantasy-tinted stories that tell a confrontation that led the Pope to pull him out from the calendar. Nobody believes in dragons anymore, and the Pope is the least likely person on earth who would ever believe in the supernatural. However, Saint George's legend still exists and its celebration takes place in many European cities and countries. Red roses are given to the ladies, books are suddenly bought and delivered as presents--though I find no association with this holiday and the International Day of the Book. The festivity is somehow celebrated despite the Vatican's orders.
Who cares about the ways Rome takes, when it comes to a national holiday? Saint George represents the pride of several nations. He stands for the ideal of victory every Western people seeks, an ideal based on martial philosophy, defeat or being defeated, subdue or being subdued. Saint George was the champion of a maid and fought a dragon (or a wyvern, in another visual pieces) who would have slaughtered her. Countries under his patronship take pride on such nobility and use it as a national virtue. One of the most famous RAF aircrafts during World War II was baptized after the knight's sword, Ascalon. The military fashion of this myth fits perfectly in Western culture and no kind of commandment could efface it.
The allegorical traits in Saint George conceals many interpretations. The most interesting phenomenon is why many foreign nations took him in, despite temporal and geographical obstacles. Those nations, however, produced folkloric tales that spoke of earlier heroes who were dragon slayers too, thence Saint George appealed to them greatly. There are no more knights, but people still remember them.
domingo, 11 de abril de 2010
The Devil's Way
La mayoría de los conciertos que tienen lugar en este país son manejados por aquél monopolio binómico, aborrecido por muchos (yo incluido), conocido como Ocesa/Ticket Monster (perdón, Master, ¿qué diferencia hay?). Sin embargo, algunos músicos de corte underground --no sólo de heavy metal europeo-- logran llegar a estas tierras sin que dichas compañías logren enterase. Como sociedad "sí lucrativa", Ocesa/TM sólo se preocupa por aquellos artistas que fluyen en el mainstream, descartando a aquellos cuyas obras se escuchan en medios radiales o canales de internet especializados que pueden disfrutarse en ciertas frecuencias y a altas horas de la noche.
La razón por la que todos odiamos Ocesa/TM ya ha sido descrita: ellos son los primeros capos, por no decir los únicos, que acaparan al artista y, no conforme, le dan la mayor prioridad a ún solo banco para organizar las ventas preferenciales de boletos. Dependiendo de la fama del artista, los cuenta-habientes de dicha firma, Banamex, depredan cantidades indiscriminadas de boletos, dejando los despojos para el resto de los mortales que, aún teniendo los medios para comprar los boletos más caros, deben acostumbrarse a vivir con cierto grado de frustración. Otro de los motivos que podría explicar este fenómeno es el pobre nivel adquisitivo de este país. Las personas obtienen dinero de Dios sabe dónde (casi siempre financiado, y cobrado con elevados intereses, por Banamex) y dejan sin opciones a los demás.
Hasta hace unos días, la distribución de boletos para Recoil: a Strange Hour with Alan Wilder & Paul Kendall había corrido a cargo de Bauwerk y Rocket Music. Los precios fueron más que adecuados para la situación económica de los habitantes de esta ciudad, y todo porque el maldito monopolio no sabía aún de dicho evento. Muy probablemente los ejecutivos de Ocesa/TM ni siquiera tenían la más remota idea de quién era Alan Wilder hasta que, supongo, algún infiltrado mencionó por error que habría un concierto de un antiguo miembro Depeche Mode. En un principio, se tenía previsto que Mr. Wilder se presentaría en un club alternativo del Centro Histórico, pero la adorable compañía decidió cambiarlo al Lunario del Auditorio Nacional, el cual presume de tener mayor espacio y mejor acústica (lo cual espero que se a cierto). Siempre que Ocesa/TM entra al quite los costos de las entradas asciende considerablemente --no se hacen ricos dando precios accesibles--, pero en este caso, el corte de la obra de Mr. Wilder es la salvación de los bolsillos. El boleto sigue estando a un precio razonable (ya con recargos incluidos), el cual vale la pena pagar. No siempre vienen músicos de ese calibre. Espero que Ocesa/TM haya hecho algo que valga la pena.
Las opciones tampoco son muy alentadoras. El monstruo de las dos cabezas también emplea trucos más viles con tal de garantizar su supervivencia capitalista. El año pasado EMI México le dio acceso a venta preferencial a todos aquellos que compraran Sounds Of The Universe de manera anticipada al lanzamiento mundial. Las tiendas les dieron un password para poder comprar los boletos antes que nadie. A eso se le sumó también la preventa exclusiva para los deudores de Banamex, por lo que los mejores lugares en el concierto de Depeche Mode se agotaron en cuestión de unos cuantos días. Ocesa/TM ya fastidia demasiados eventos, lo cual se llamaría sabotaje en otros países. Recemos para que las horas con Alan Wilder sean bizarras, mas no infernales.
La razón por la que todos odiamos Ocesa/TM ya ha sido descrita: ellos son los primeros capos, por no decir los únicos, que acaparan al artista y, no conforme, le dan la mayor prioridad a ún solo banco para organizar las ventas preferenciales de boletos. Dependiendo de la fama del artista, los cuenta-habientes de dicha firma, Banamex, depredan cantidades indiscriminadas de boletos, dejando los despojos para el resto de los mortales que, aún teniendo los medios para comprar los boletos más caros, deben acostumbrarse a vivir con cierto grado de frustración. Otro de los motivos que podría explicar este fenómeno es el pobre nivel adquisitivo de este país. Las personas obtienen dinero de Dios sabe dónde (casi siempre financiado, y cobrado con elevados intereses, por Banamex) y dejan sin opciones a los demás.
Hasta hace unos días, la distribución de boletos para Recoil: a Strange Hour with Alan Wilder & Paul Kendall había corrido a cargo de Bauwerk y Rocket Music. Los precios fueron más que adecuados para la situación económica de los habitantes de esta ciudad, y todo porque el maldito monopolio no sabía aún de dicho evento. Muy probablemente los ejecutivos de Ocesa/TM ni siquiera tenían la más remota idea de quién era Alan Wilder hasta que, supongo, algún infiltrado mencionó por error que habría un concierto de un antiguo miembro Depeche Mode. En un principio, se tenía previsto que Mr. Wilder se presentaría en un club alternativo del Centro Histórico, pero la adorable compañía decidió cambiarlo al Lunario del Auditorio Nacional, el cual presume de tener mayor espacio y mejor acústica (lo cual espero que se a cierto). Siempre que Ocesa/TM entra al quite los costos de las entradas asciende considerablemente --no se hacen ricos dando precios accesibles--, pero en este caso, el corte de la obra de Mr. Wilder es la salvación de los bolsillos. El boleto sigue estando a un precio razonable (ya con recargos incluidos), el cual vale la pena pagar. No siempre vienen músicos de ese calibre. Espero que Ocesa/TM haya hecho algo que valga la pena.
Las opciones tampoco son muy alentadoras. El monstruo de las dos cabezas también emplea trucos más viles con tal de garantizar su supervivencia capitalista. El año pasado EMI México le dio acceso a venta preferencial a todos aquellos que compraran Sounds Of The Universe de manera anticipada al lanzamiento mundial. Las tiendas les dieron un password para poder comprar los boletos antes que nadie. A eso se le sumó también la preventa exclusiva para los deudores de Banamex, por lo que los mejores lugares en el concierto de Depeche Mode se agotaron en cuestión de unos cuantos días. Ocesa/TM ya fastidia demasiados eventos, lo cual se llamaría sabotaje en otros países. Recemos para que las horas con Alan Wilder sean bizarras, mas no infernales.
miércoles, 31 de marzo de 2010
Faithless
The dreams are gone, but I feel no need to go and put them back in my mind. Dreams bear no meaning, they only shape longings and experiences in weird, sometimes bewildering and even painful, hallucinations. I can't miss them at all.
Lucid dreams cruelly pulled my leg despite their main feature. At the beginning I used to find myself in wonderful situations of fulfillment. In them, I reached happiness in many ways: walking amazing streets, driving a car (I've never had a car of my own), sleeping in the arms of a beautiful woman or holding hands with her. Everything used to be perfect till I became aware of the rose-tinted surroundings, too mild to be true. It was expected that magic would have gone away by just waking up, but magic didn't last enough and dispelled in my very dreams.
Lucid dreams should never deal with happiness. I saw fulfillment yet knew it was not real, and I don't need to go through it while I sleep. Staying awake is already quite enough.
Lucid dreams cruelly pulled my leg despite their main feature. At the beginning I used to find myself in wonderful situations of fulfillment. In them, I reached happiness in many ways: walking amazing streets, driving a car (I've never had a car of my own), sleeping in the arms of a beautiful woman or holding hands with her. Everything used to be perfect till I became aware of the rose-tinted surroundings, too mild to be true. It was expected that magic would have gone away by just waking up, but magic didn't last enough and dispelled in my very dreams.
Lucid dreams should never deal with happiness. I saw fulfillment yet knew it was not real, and I don't need to go through it while I sleep. Staying awake is already quite enough.
lunes, 29 de marzo de 2010
Music for the Masses?
Mr. Alan Wilder, who spent 14 years improving, correcting and enlarging Martin Gore's works (not depreciating Gore's efforts, though) in Depeche mode, is coming town in next May. Obviously I'm anticipating this gig right now and I can barely contain all my joy.
Many of my friends and acquaintances,to my surprise, are not quite familiar with this electronic music genius' pieces. In Recoil (Mr. Wilder's solo project) we can hear tunes than would have never had any place in DM music frame, but in Bloodline (1992) some early reminiscences of Songs of Faith and Devotion were incubated in an odd, yet amazingly industrial Petri dish. Once Mr. Wilder parted company from his long-time bandmates, the void he left in DM stood astonishingly out; Gore et al stated that they had to look back at Violator--one of the greatest albums ever recorded, thanks to Wilder--in order to produce 1997 Ultra. It was a nice attempt to make up for his absence, but DM has never been as good as before. Wilder's sadly underrated influence is still missed by many of us.
Alan Wilder, however, has stated that, despite some fans' tantrums, he's never coming back to Depeche Mode due to artistical reasons: he never regarded pop music as a life project of his own and, however good or bad he got along with the trio, he would have given up his post in the end. Since the beginning, Recoil has been the shelter in which Wilder has unleashed his dark-oriented creativity. Hearing his music in the radio is just like running into a pick in a regular haystack. His music could be described as a fascinating alloy of genres --industrial, trip-hop, blues, electro, spoken word--, which mostly results in properly named avant garde music. Plus, he gets close to lyrical and vocal representatives that would match the best in his music, singers and artists like Moby (Bloodline, 1992),Douglas McCarthy, Siobhan Lynch, Maggie Estep (Unsound Methods, 1997), Diamanda Galás (,Liquid, 2000), Carla Trevaskis, Joe Richardson (Subhuman, 2007), etc. Masses would seldom listen to this music.
Mr. Wilder was the only classically trained musician in DM (I acknowledge Gore's talents, too). I can barely read tabs but I'm quite sure he knows his business. Since he appeals to exclusive (not to say elitist) audiences the show won't be too crowded. I must rush for a ticket and then I'll only have to wait. I'm afraid this will be the concert of the year (put simply, a must), so I am not allowed to miss it.
Many of my friends and acquaintances,to my surprise, are not quite familiar with this electronic music genius' pieces. In Recoil (Mr. Wilder's solo project) we can hear tunes than would have never had any place in DM music frame, but in Bloodline (1992) some early reminiscences of Songs of Faith and Devotion were incubated in an odd, yet amazingly industrial Petri dish. Once Mr. Wilder parted company from his long-time bandmates, the void he left in DM stood astonishingly out; Gore et al stated that they had to look back at Violator--one of the greatest albums ever recorded, thanks to Wilder--in order to produce 1997 Ultra. It was a nice attempt to make up for his absence, but DM has never been as good as before. Wilder's sadly underrated influence is still missed by many of us.
Alan Wilder, however, has stated that, despite some fans' tantrums, he's never coming back to Depeche Mode due to artistical reasons: he never regarded pop music as a life project of his own and, however good or bad he got along with the trio, he would have given up his post in the end. Since the beginning, Recoil has been the shelter in which Wilder has unleashed his dark-oriented creativity. Hearing his music in the radio is just like running into a pick in a regular haystack. His music could be described as a fascinating alloy of genres --industrial, trip-hop, blues, electro, spoken word--, which mostly results in properly named avant garde music. Plus, he gets close to lyrical and vocal representatives that would match the best in his music, singers and artists like Moby (Bloodline, 1992),Douglas McCarthy, Siobhan Lynch, Maggie Estep (Unsound Methods, 1997), Diamanda Galás (,Liquid, 2000), Carla Trevaskis, Joe Richardson (Subhuman, 2007), etc. Masses would seldom listen to this music.
Mr. Wilder was the only classically trained musician in DM (I acknowledge Gore's talents, too). I can barely read tabs but I'm quite sure he knows his business. Since he appeals to exclusive (not to say elitist) audiences the show won't be too crowded. I must rush for a ticket and then I'll only have to wait. I'm afraid this will be the concert of the year (put simply, a must), so I am not allowed to miss it.
domingo, 21 de marzo de 2010
Six Feet Under
Hace poco retomé Six Feet Under y redescubrí la razón por la cual esta serie me pareció fascinante, una de las mejores que se han producido en la primera década de este siglo. Hace algunos años finalizó y no obstante, es inolvidable. El mero concepto del modus vivendi de la familia Fisher representa una paradoja que no deja de sorprender y, sin embargo, expone una naturaleza humana tan compleja y llena de formas distintas que, honestamente, requieren cierto tiempo para su asimilación. Y esa es la fórmula para crear una buena historia que magnetice al público de estos tiempos.
En términos de estructura, Six Feet Under, hasta donde sé, creó algo totalmente original. Al inicio de cada capítulo aparece una escena y unos personajes que, en apariencia, son totalmente circunstanciales. Pero estos elementos se unen para dar un propósito en la trama del capítulo, los personajes de este inicio mueren. En este sentido, es interesante notar la convivencia de los opuestos, el inicio de un capítulo con la muerte de un personaje; además, gracias a esta muertes, los Fisher obtienen la posibilidad de "ganarse la vida", pues la familias de los difuntos solicitan, por lo general, sus servicios.
La caracterización de cada uno de los personajes está planteada de cierta forma que, conforme cada capítulo se despliega, el espectador no puede evitar sentirse intrigado por la naturaleza contradictoria y bizarra de estos peculiares enterradores. En principio, nadie había pensado en centrar una serie dramática sobre la vida de unos agentes funerarios y su embalsamador, pues esta función social rara vez es apreciada por la gente común, pero que obviamente todo el mundo necesitará algún día. Lejos de enfocarse en clichés acerca de estas personas, los Fisher, y las personas involucradas con ellos, se muestran como cualquier persona normal. Y todas las personas poseen sus aspectos raros, esqueletos guardados en sus clósets, dobles vidas y secretos que nadie, excepto el espectador, llegará a descubrir.
Existe una nueva forma de interacción entre los personajes y las "almas" de sus verdaderos clientes. Por lo general conversan ya sea con Nate o con David y forman parte importante de la trama de cada capítulo, aunque los cadáveres no siempre se encuentran en las condiciones más óptimas para aparecer en sus cuerpos íntegros y sostener un diálogo con los protagonistas. Dado que nadie sabe qué es lo que hay después de morir, si es que lo hay, puede interpretarse que los muertos aparecen como parte de la consciencia de los dos hermanos, una clase de manifestación alucinógena con la que ellos canalizan todas sus inquietudes, debilidades, conflictos, miedos, traumas, etc. En ocasiones Ruth y Claire pueden ver a Nathaniel Sr., cuyas apariciones reflejan una de las mayores incógnitas de la serie. El mismo señor es, literalmente, un enigma por el simple hecho de que se convierte en "fantasma" desde el primer capítulo de la serie. La experiencia del expectador ante los sucesos de este inicio pronostican, en cierto grado, lo que sucederá en los capítulos siguientes y lo que puede esperarse de los personajes: Nate regresa sólo para celebrar Navidad y, dadas las circunstancias, se queda en casa no sin traer consigo a Brenda, una mujer que conoce en el avión hacia Los Angeles y con quien tiene una aventura bastante casual--que se convierte en un noviazgo y matrimonio fuera de lo común, conforme avanzan las temporadas; David se encarga de los preparativos de un servicio que tendrá lugar en unos días más, mientras ayuda a Ruth, su madre, a preparar la cena de navidad. Ella tiene la apariencia de la típica madre americana hacendosa, preocupada y conservadora y, sin embargo, muestra que puede perder el control de la situación justo después de terminar la llamada telefónica que le avisa sobre la muerte de su esposo; Claire, la hermana adolescente, fuma crack con supuestos amigos que se privan de la risa en cuanto les dice que tiene que salir de ahí porque su padre chocó contra un camión de pasajeros y murió en el accidente. Incluso Federico, el genial embalsamador de los Fisher, no puede evitar decir una gran cantidad de groserías al saber que su mentor acaba de fallecer.
Las siguientes secuencias no pierden la intensidad inicial. David debe ir a reconocer el cadáver de su padre, prepararlo para el funeral--mientras le echa en cara todos los sueños que dejó por trabajar en el negocio familiar--, soportar las condolencias de los deudos y no tener la menor idea de qué hacer cuando Keith, su novio, aparece en el funeral para darle el pésame y mostrar su preocupación. Ruth siente una enorme culpa por haber tenido un romance con otro hombre mientras Nathaniel Sr. seguía aún con vida, y no puede evitar confesárselo a sus hijos en ese mismo día. Nate enfrenta los recuerdos de su infancia, que quizá son el motivo por los cuales dejó el hogar de sus padres para viajar por el mundo, sin mencionar la actitud hostil de su hermano hacia él por regresar como el hijo pródigo con desplantes de macho alfa. Claire, quien es la única que, en apariencia, se resigna con rapidez a la muerte de su padre, resiente un gran distanciamiento con sus hermanos por la diferencia de edades y la lejanía, sin mencionar la convivencia fraternal que sólo se da entre ellos si hay un carrujo de por medio.
Por su contenido, Six Feet Under está dirigida a un público maduro y de amplio criterio. Durante los años que estuvo en el aire, no obstante, ganó numerosos premios y reconocimientos para series de televisión. El reparto desempeña una labor histriónica espectacular y los capítulos jamás pierden el ritmo que caracterizó esta obra, condimentada con grandes dosis de humor negro, sarcasmo y acidez que ofenderían las creencias y los puntos de vista religiosos de varias persona . En este drama la vida y la muerte se entrelazan a lo largo de una línea que, en cualquier momento, se cruza de manera unidireccional, mostrando varios hechos de la vida y sin emitir juicios sobre la misma. La vida no es ni buena ni mala, simplemente es. Simultánea- y paradójicamente refleja que la vida, en cierta forma, también es valiosa, porque es única. En un episodio hay una conversación memorable que Nate sostiene con la viuda de un motobiker atrevido que vivió la vida como si fuera a morir al día siguiente y que, en palabras de la viuda, los años que vivió a su lado no los cambiaría por nada más. Al final del capitulo ella le regaló la motocicleta de su esposo a Nate. En cierta forma lograron darle una mejor apariencia a la terrible recomendación cliché de "vivir la vida al máximo". Lo que suceda al final de la misma realmente no tiene importancia, pues una vez que se llega a ese punto, nadie puede dar cuenta a los vivos sobre lo que se encuentre allá, si es que, insisto, hay algo.
En términos de estructura, Six Feet Under, hasta donde sé, creó algo totalmente original. Al inicio de cada capítulo aparece una escena y unos personajes que, en apariencia, son totalmente circunstanciales. Pero estos elementos se unen para dar un propósito en la trama del capítulo, los personajes de este inicio mueren. En este sentido, es interesante notar la convivencia de los opuestos, el inicio de un capítulo con la muerte de un personaje; además, gracias a esta muertes, los Fisher obtienen la posibilidad de "ganarse la vida", pues la familias de los difuntos solicitan, por lo general, sus servicios.
La caracterización de cada uno de los personajes está planteada de cierta forma que, conforme cada capítulo se despliega, el espectador no puede evitar sentirse intrigado por la naturaleza contradictoria y bizarra de estos peculiares enterradores. En principio, nadie había pensado en centrar una serie dramática sobre la vida de unos agentes funerarios y su embalsamador, pues esta función social rara vez es apreciada por la gente común, pero que obviamente todo el mundo necesitará algún día. Lejos de enfocarse en clichés acerca de estas personas, los Fisher, y las personas involucradas con ellos, se muestran como cualquier persona normal. Y todas las personas poseen sus aspectos raros, esqueletos guardados en sus clósets, dobles vidas y secretos que nadie, excepto el espectador, llegará a descubrir.
Existe una nueva forma de interacción entre los personajes y las "almas" de sus verdaderos clientes. Por lo general conversan ya sea con Nate o con David y forman parte importante de la trama de cada capítulo, aunque los cadáveres no siempre se encuentran en las condiciones más óptimas para aparecer en sus cuerpos íntegros y sostener un diálogo con los protagonistas. Dado que nadie sabe qué es lo que hay después de morir, si es que lo hay, puede interpretarse que los muertos aparecen como parte de la consciencia de los dos hermanos, una clase de manifestación alucinógena con la que ellos canalizan todas sus inquietudes, debilidades, conflictos, miedos, traumas, etc. En ocasiones Ruth y Claire pueden ver a Nathaniel Sr., cuyas apariciones reflejan una de las mayores incógnitas de la serie. El mismo señor es, literalmente, un enigma por el simple hecho de que se convierte en "fantasma" desde el primer capítulo de la serie. La experiencia del expectador ante los sucesos de este inicio pronostican, en cierto grado, lo que sucederá en los capítulos siguientes y lo que puede esperarse de los personajes: Nate regresa sólo para celebrar Navidad y, dadas las circunstancias, se queda en casa no sin traer consigo a Brenda, una mujer que conoce en el avión hacia Los Angeles y con quien tiene una aventura bastante casual--que se convierte en un noviazgo y matrimonio fuera de lo común, conforme avanzan las temporadas; David se encarga de los preparativos de un servicio que tendrá lugar en unos días más, mientras ayuda a Ruth, su madre, a preparar la cena de navidad. Ella tiene la apariencia de la típica madre americana hacendosa, preocupada y conservadora y, sin embargo, muestra que puede perder el control de la situación justo después de terminar la llamada telefónica que le avisa sobre la muerte de su esposo; Claire, la hermana adolescente, fuma crack con supuestos amigos que se privan de la risa en cuanto les dice que tiene que salir de ahí porque su padre chocó contra un camión de pasajeros y murió en el accidente. Incluso Federico, el genial embalsamador de los Fisher, no puede evitar decir una gran cantidad de groserías al saber que su mentor acaba de fallecer.
Las siguientes secuencias no pierden la intensidad inicial. David debe ir a reconocer el cadáver de su padre, prepararlo para el funeral--mientras le echa en cara todos los sueños que dejó por trabajar en el negocio familiar--, soportar las condolencias de los deudos y no tener la menor idea de qué hacer cuando Keith, su novio, aparece en el funeral para darle el pésame y mostrar su preocupación. Ruth siente una enorme culpa por haber tenido un romance con otro hombre mientras Nathaniel Sr. seguía aún con vida, y no puede evitar confesárselo a sus hijos en ese mismo día. Nate enfrenta los recuerdos de su infancia, que quizá son el motivo por los cuales dejó el hogar de sus padres para viajar por el mundo, sin mencionar la actitud hostil de su hermano hacia él por regresar como el hijo pródigo con desplantes de macho alfa. Claire, quien es la única que, en apariencia, se resigna con rapidez a la muerte de su padre, resiente un gran distanciamiento con sus hermanos por la diferencia de edades y la lejanía, sin mencionar la convivencia fraternal que sólo se da entre ellos si hay un carrujo de por medio.
Por su contenido, Six Feet Under está dirigida a un público maduro y de amplio criterio. Durante los años que estuvo en el aire, no obstante, ganó numerosos premios y reconocimientos para series de televisión. El reparto desempeña una labor histriónica espectacular y los capítulos jamás pierden el ritmo que caracterizó esta obra, condimentada con grandes dosis de humor negro, sarcasmo y acidez que ofenderían las creencias y los puntos de vista religiosos de varias persona . En este drama la vida y la muerte se entrelazan a lo largo de una línea que, en cualquier momento, se cruza de manera unidireccional, mostrando varios hechos de la vida y sin emitir juicios sobre la misma. La vida no es ni buena ni mala, simplemente es. Simultánea- y paradójicamente refleja que la vida, en cierta forma, también es valiosa, porque es única. En un episodio hay una conversación memorable que Nate sostiene con la viuda de un motobiker atrevido que vivió la vida como si fuera a morir al día siguiente y que, en palabras de la viuda, los años que vivió a su lado no los cambiaría por nada más. Al final del capitulo ella le regaló la motocicleta de su esposo a Nate. En cierta forma lograron darle una mejor apariencia a la terrible recomendación cliché de "vivir la vida al máximo". Lo que suceda al final de la misma realmente no tiene importancia, pues una vez que se llega a ese punto, nadie puede dar cuenta a los vivos sobre lo que se encuentre allá, si es que, insisto, hay algo.
sábado, 13 de marzo de 2010
Life in the Shell
La primera vez que me topé con Ghost in the Shell no fue hace mucho tiempo, a pesar de que tiene poco más de veinte años de existencia, si no me equivoco. De acuerdo con las reseñas que llegaron a mí esta franquicia inspiró a los hermanos Wachowski en gran medida para crear la saga The Matrix. En el plano estético Ghost in the Shell se le considera un hito del Cyberpunk, incluso del Post-Cyberpunk, pues por todas partes el espectador contempla los avances tecnológicos que podrían llegar a suceder en unos cuantos años. Quizá sea algo redundante, pero el futurismo característico de Masamune Shirow aparece como elogio al avance tecnológico que caracterizó las manifestaciones artísticas de principio del siglo XX, de ahí que esta obra se considere como arte Post-modernista.
Lejos de caer en clichés manifiestos en las franquicias de manga más famosas (i.e. Saint Seiya, Dragon Ball, Naruto, etc.) Shirow prefiere ser más realista. Presenta su historia en un contexto político y global muy cercano a la actualidad, el cual siempre está motivado por el avance científico de las naciones industrializadas. Para el año 2030, según Shirow, la industria robótica, en lo que a Japón respecta, ya se habrá consagrado en el ámbito de salvar al mundo y de facilitar la vida de las personas de formas jamás imaginadas. El fin de la Tercera Guerra Mundial, la cual obviamente se libró entre las potencias nucleares de las últimas décadas, ya determinó a los poseedores de la hegemonía global, con lo cual no deja de haber tensiones. En este tiempo la robótica avanzó a grandes zancadas en la medicina, de modo que todo aquél que pueda pagar las cirugías puede recibir implantes cibernéticos. Lo mismo sucede con la neurocirugía, lo cual, por medio de los implantes ciber-cerebrales, ha creado un nuevo concepto de la mente humana tanto física- como metafísicamente. Los cibercerebros poseen una interfaz que les permite conectarse con la red global y también interactuar con otros cerebros. Si el usuario gusta, o si no le queda de otra, puede trasladar su cerebro a un cuerpo totalmente artificial, vender sus órganos--si es que hay algo útil que aún pudiera venderse--y prolongar su vida.
Si bien la panacea ciber-cerebral ha posibilitado la sustitución de cuerpos con deficiencias congénitas también ha implicado numerosas contrapartes: se han abierto nuevas puertas para criminales más sofisticados. En el siglo anterior el internet llegó a las masas y provocó el surgimiento de nuevas modalidades para infringir la ley: fraudes, hackers, virus, violación de derechos de autor, pornografía infantil, filtración de información, etc. Con la conexión global cibercerebral ahora los delincuentes y las mafias pueden acceder a información clasificada, borrar las memorias cerebrales como si fueran discos duros simples o implantarles recuerdos, extraer órganos y venderlos sin la autorización de sus dueños, hackear a distintas personas y obligarlas a cometer diversos actos, etc. Es aquí donde entra la Sección 9, conformada por un grupo de policías de élite, dedican sus vidas a descubrir y detener a estos maleantes. Entre ellos se encuentra la Mayor Motoko Kusanagi, una cyborg casi en su totalidad, salvo por sus células cerebrales. Motoko posee una habilidad maravillosa para investigar y resolver distintos casos, rastrear criminales y lograr su arresto. Estos objetivos jamás se alcanzarían si no fuera por la colaboración de sus compañeros de equipo, cuya individualidad los ayuda a trabajar mejor juntos. Lejos de formar parte del estado policíaco Motoko y la Sección 9 no se conforman con encarcelar a los delincuentes, sino que también buscan el orígen del problema y exponen el iceberg completo, lo cual casi siempre los lleva a niveles más elevados de delincuencia. Eso, en consecuencia, los lleva arriesgar, en el menos peor de sus casos su reputación, sus empleos y sus vidas.
Shirow retoma numerosos temas filosóficos y existenciales que han intrigado a la humanidad desde hace siglos, haciendo referencias a diferentes elementos de la cultura del siglo anterior. Conforme la ciencia avance será más difícil tener un concepto claro del ser humano y de la mente, incluso del espíritu. El cerebro humano ha sido fragmentado para computarizarlo, para simplificarlo y tener la habilidad de manipularlo. AL trasladar un cerebro a un cuerpo artificial lo que se intenta mantener con vida es la información almacenada por la persona, su inteligencia. La mente es lo que define a la persona, no su cascarón. El autor sabe que los avances tecnológicos atraen siempre a las masas, y si éstas incluyen la promesa de una mejor calidad de vida, la gente hará lo que sea por conseguirlas, sin importar que las autoridades obtengan el control de sus vidas y pensamientos. En este sentido los gobiernos, por más máscaras democráticas que pretendan usar, aprovecharán la proliferación tecnología para mantener el control. Con ayuda de diversos analistas posmodernos como Frederick Jameson, Shirow vaticina un capitalismo con más fallas y más desigualdades a pesar de la evolución de la humanidad. Sólo porque las personas tendrán computadoras más bonitas no significa que la pobreza habrá sido totalmente erradicada y que las naciones del tercer mundo pasarán a ser del primero de manera milagrosa; los oprimidos serán más oprimidos; la desigualdad se profundizará, de ahí que la criminalidad tomará formas más atroces y más complejas. La religión aún existirá, pero sólo una minoría se apegará a ella como un protocolo de resistencia bastante pasiva a las nuevas ideas y al zeitgeist. Pero también habrá nuevos opositores y grupos radicales que se opondrán a la robotización promovida por los gobiernos, e incluso hackers con verdadero sentido de responsabilidad moral que pondrán en evidencia las fallas de los sistemas y de las corporaciones.
Al controlar las mentes de las masas de una forma más directa ya no queda espacio para refugios mentales. La mente humana pierde su la intimidad a la que nadie había podido llegar. En el universo de Shirow esto ha ayudado a la creación de sistemas de vida e inteligencia artificiales más complejos. La creación de vida artificial crea nuevas preguntas sobre cómo definir la vida o la inteligencia. Vale la pena citar ejemplos del filme de Mamoru Oshii (1995), "¿cómo puedes saber que tienes mente si nunca has visto tu propio cerebro?" o "a lo largo de la historia de la humanidad,ni la ciencia ni la filosofía han podido definir exactamente lo que es la vida". La premisa es esta: el ser humano sabe que es ser humano porque tiene conciencia de sí mismo, pero ¿qué sucedería si un sofisticado sistema de vida artificial evolucionara a tal grado que logre tener conciencia de sí mismo? ¿Seguría siendo una simple máquina? ¿Podría considerarse como vida, o sólo como inteligencia? ¿Qué es la mente? ¿Qué es la vida? No puede haber inteligencia sin vida. Tampoco se sabe realmente cómo evoluciona la inteligencia. Lo que caracteriza la inteligencia humana es su libre albedrío y, si la inteligencia artificial alcanza un sentido de elegir entre el bien y el mal entonces las verdades absolutas serán totalmente cuestionables. Una máquina no funciona por sí misma; un animal se guía por su instinto, el cual no es bueno ni malo, simplemente está ahí. Las reminiscencias de A Clockwork Orange en lo que respecta al libre albedrío vuelven después de varias décadas. El libre albedrío de las masas se ve limitado por los implantes ciber-cerebrales: la gente prefiere vivir más gracias a la carcasa cibernética, pero se someten al control gubernamental y pierden su capacidad de decidir por sí mismas. Dicen que "el poder delegado es poder retenido" pero esto no siempre puede aplicarse. Las masas ya ni siquiera se convierten en animales, sino que eligen convertirse en máquinas.
El futuro en la visión de Shirow aparece bastante oscuro. En Stand Alone Complex las fallas funcionales dan como resultado enfermedades provocadas por los implantes cibernéticos, siendo la "esclerosis cibercerebral" la más común y la más fatal de ellas. El conflicto de intereses económicos y sociales que estos datos clínicos significan no tarda en revelarse, lo cual obliga a las corporaciones a pasar por encima de muchas personas con tal de permanecer a salvo. La policía puede, literalmente, ver lo que las demás personas ven al hackear los ojos de los sospechosos. A menos que alguien tenga las agallas y los recursos para detener esto ya no habrá lugar a dónde escapar.
Debido a su contenido Ghost in the Shell se recomienda sólo para adultos y jóvenes maduros. La trama emplea,como ya se ha mencionado, numerosas referencias a elementos culturales e intelectuales de distinto tipo, por lo que se recomienda estar familiarizado con obras literarias y cinematográficas como The Catcher in the Rye o Bladerunner (sólo por citar algunos), estudios culturales y sociológicos del siglo XX de varios autores, etc. El fondo de dicha franquicia es tan vasto que se posiciona a la altura de cualquier trabajo artístico notable de estas últimas dos décadas. Como siempre, las series más notables de manga/anime poseen un soundtrack digno de oirse, y en el caso de GITS no es la excepción. Masamune Shirow ha creado algo que merece gran reconocimiento.
Lejos de caer en clichés manifiestos en las franquicias de manga más famosas (i.e. Saint Seiya, Dragon Ball, Naruto, etc.) Shirow prefiere ser más realista. Presenta su historia en un contexto político y global muy cercano a la actualidad, el cual siempre está motivado por el avance científico de las naciones industrializadas. Para el año 2030, según Shirow, la industria robótica, en lo que a Japón respecta, ya se habrá consagrado en el ámbito de salvar al mundo y de facilitar la vida de las personas de formas jamás imaginadas. El fin de la Tercera Guerra Mundial, la cual obviamente se libró entre las potencias nucleares de las últimas décadas, ya determinó a los poseedores de la hegemonía global, con lo cual no deja de haber tensiones. En este tiempo la robótica avanzó a grandes zancadas en la medicina, de modo que todo aquél que pueda pagar las cirugías puede recibir implantes cibernéticos. Lo mismo sucede con la neurocirugía, lo cual, por medio de los implantes ciber-cerebrales, ha creado un nuevo concepto de la mente humana tanto física- como metafísicamente. Los cibercerebros poseen una interfaz que les permite conectarse con la red global y también interactuar con otros cerebros. Si el usuario gusta, o si no le queda de otra, puede trasladar su cerebro a un cuerpo totalmente artificial, vender sus órganos--si es que hay algo útil que aún pudiera venderse--y prolongar su vida.
Si bien la panacea ciber-cerebral ha posibilitado la sustitución de cuerpos con deficiencias congénitas también ha implicado numerosas contrapartes: se han abierto nuevas puertas para criminales más sofisticados. En el siglo anterior el internet llegó a las masas y provocó el surgimiento de nuevas modalidades para infringir la ley: fraudes, hackers, virus, violación de derechos de autor, pornografía infantil, filtración de información, etc. Con la conexión global cibercerebral ahora los delincuentes y las mafias pueden acceder a información clasificada, borrar las memorias cerebrales como si fueran discos duros simples o implantarles recuerdos, extraer órganos y venderlos sin la autorización de sus dueños, hackear a distintas personas y obligarlas a cometer diversos actos, etc. Es aquí donde entra la Sección 9, conformada por un grupo de policías de élite, dedican sus vidas a descubrir y detener a estos maleantes. Entre ellos se encuentra la Mayor Motoko Kusanagi, una cyborg casi en su totalidad, salvo por sus células cerebrales. Motoko posee una habilidad maravillosa para investigar y resolver distintos casos, rastrear criminales y lograr su arresto. Estos objetivos jamás se alcanzarían si no fuera por la colaboración de sus compañeros de equipo, cuya individualidad los ayuda a trabajar mejor juntos. Lejos de formar parte del estado policíaco Motoko y la Sección 9 no se conforman con encarcelar a los delincuentes, sino que también buscan el orígen del problema y exponen el iceberg completo, lo cual casi siempre los lleva a niveles más elevados de delincuencia. Eso, en consecuencia, los lleva arriesgar, en el menos peor de sus casos su reputación, sus empleos y sus vidas.
Shirow retoma numerosos temas filosóficos y existenciales que han intrigado a la humanidad desde hace siglos, haciendo referencias a diferentes elementos de la cultura del siglo anterior. Conforme la ciencia avance será más difícil tener un concepto claro del ser humano y de la mente, incluso del espíritu. El cerebro humano ha sido fragmentado para computarizarlo, para simplificarlo y tener la habilidad de manipularlo. AL trasladar un cerebro a un cuerpo artificial lo que se intenta mantener con vida es la información almacenada por la persona, su inteligencia. La mente es lo que define a la persona, no su cascarón. El autor sabe que los avances tecnológicos atraen siempre a las masas, y si éstas incluyen la promesa de una mejor calidad de vida, la gente hará lo que sea por conseguirlas, sin importar que las autoridades obtengan el control de sus vidas y pensamientos. En este sentido los gobiernos, por más máscaras democráticas que pretendan usar, aprovecharán la proliferación tecnología para mantener el control. Con ayuda de diversos analistas posmodernos como Frederick Jameson, Shirow vaticina un capitalismo con más fallas y más desigualdades a pesar de la evolución de la humanidad. Sólo porque las personas tendrán computadoras más bonitas no significa que la pobreza habrá sido totalmente erradicada y que las naciones del tercer mundo pasarán a ser del primero de manera milagrosa; los oprimidos serán más oprimidos; la desigualdad se profundizará, de ahí que la criminalidad tomará formas más atroces y más complejas. La religión aún existirá, pero sólo una minoría se apegará a ella como un protocolo de resistencia bastante pasiva a las nuevas ideas y al zeitgeist. Pero también habrá nuevos opositores y grupos radicales que se opondrán a la robotización promovida por los gobiernos, e incluso hackers con verdadero sentido de responsabilidad moral que pondrán en evidencia las fallas de los sistemas y de las corporaciones.
Al controlar las mentes de las masas de una forma más directa ya no queda espacio para refugios mentales. La mente humana pierde su la intimidad a la que nadie había podido llegar. En el universo de Shirow esto ha ayudado a la creación de sistemas de vida e inteligencia artificiales más complejos. La creación de vida artificial crea nuevas preguntas sobre cómo definir la vida o la inteligencia. Vale la pena citar ejemplos del filme de Mamoru Oshii (1995), "¿cómo puedes saber que tienes mente si nunca has visto tu propio cerebro?" o "a lo largo de la historia de la humanidad,ni la ciencia ni la filosofía han podido definir exactamente lo que es la vida". La premisa es esta: el ser humano sabe que es ser humano porque tiene conciencia de sí mismo, pero ¿qué sucedería si un sofisticado sistema de vida artificial evolucionara a tal grado que logre tener conciencia de sí mismo? ¿Seguría siendo una simple máquina? ¿Podría considerarse como vida, o sólo como inteligencia? ¿Qué es la mente? ¿Qué es la vida? No puede haber inteligencia sin vida. Tampoco se sabe realmente cómo evoluciona la inteligencia. Lo que caracteriza la inteligencia humana es su libre albedrío y, si la inteligencia artificial alcanza un sentido de elegir entre el bien y el mal entonces las verdades absolutas serán totalmente cuestionables. Una máquina no funciona por sí misma; un animal se guía por su instinto, el cual no es bueno ni malo, simplemente está ahí. Las reminiscencias de A Clockwork Orange en lo que respecta al libre albedrío vuelven después de varias décadas. El libre albedrío de las masas se ve limitado por los implantes ciber-cerebrales: la gente prefiere vivir más gracias a la carcasa cibernética, pero se someten al control gubernamental y pierden su capacidad de decidir por sí mismas. Dicen que "el poder delegado es poder retenido" pero esto no siempre puede aplicarse. Las masas ya ni siquiera se convierten en animales, sino que eligen convertirse en máquinas.
El futuro en la visión de Shirow aparece bastante oscuro. En Stand Alone Complex las fallas funcionales dan como resultado enfermedades provocadas por los implantes cibernéticos, siendo la "esclerosis cibercerebral" la más común y la más fatal de ellas. El conflicto de intereses económicos y sociales que estos datos clínicos significan no tarda en revelarse, lo cual obliga a las corporaciones a pasar por encima de muchas personas con tal de permanecer a salvo. La policía puede, literalmente, ver lo que las demás personas ven al hackear los ojos de los sospechosos. A menos que alguien tenga las agallas y los recursos para detener esto ya no habrá lugar a dónde escapar.
Debido a su contenido Ghost in the Shell se recomienda sólo para adultos y jóvenes maduros. La trama emplea,como ya se ha mencionado, numerosas referencias a elementos culturales e intelectuales de distinto tipo, por lo que se recomienda estar familiarizado con obras literarias y cinematográficas como The Catcher in the Rye o Bladerunner (sólo por citar algunos), estudios culturales y sociológicos del siglo XX de varios autores, etc. El fondo de dicha franquicia es tan vasto que se posiciona a la altura de cualquier trabajo artístico notable de estas últimas dos décadas. Como siempre, las series más notables de manga/anime poseen un soundtrack digno de oirse, y en el caso de GITS no es la excepción. Masamune Shirow ha creado algo que merece gran reconocimiento.
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Lyrics: Joakim Montelius